Hijo de Juan Lacaze: entre el fútbol y los caballos

Hijo de Juan Lacaze: entre el fútbol y los caballos

Hijo de Juan Lacaze: entre el fútbol y los caballos

El Cebolla –apodo que heredó del padre- lejos de las canchas, aunque no tanto, se calza las botas y sale a andar en algunos de los caballos que cría, o sino, sale a cazar. Los campos de Juan Lacaze son el escenario que lo vio nacer y que ahora lo ve disfrutar de pasiones tan arraigadas como la del deporte mismo.

Ese mismo que cuando no llegaba a contar sus años con los dedos de la mano, vendió bolsas de arena tiradas por un carro, vendió puerta a puerta torta de chocolate hecha por su madre, fue pescador junto a su padre.

Pero desde niño su amor ha sido el fútbol. Religiosamente, luego de concurrir a la escuela 39, iba a divertir su zurda al baby. No importaba si hacía frío o calor, los pies, descalzos. Pese a los alientos que despertaba desde fuera del campo de juego durante cada partido, su futuro no parecía ser demasiado prometedor.

No obsante, su carácter, que no lo deja perder ni jugando a la bolita, lo llevó a poner todo de sí y jugar en todas las posiciones. Cualquier lugar era bueno para recibir y tratar de romper con ella la red del arco.

Las banderas de Peñarol y Uruguay van invariablemente a donde quiera que él esté. Al igual que el mate. Tampoco hace falta nunca el queso, ni el asado.

Peñarol. Desde niño es fanático de los aurinegros, el club que lo llevó del pueblo a la capital a los 12 años… con quienes salió campeón en 2003, de quien tiene su escudo tatuado en la piel y del cual sus hijos son socios incluso antes de nacer.

Club que lo fichó antes que unos contratistas canadienses se lo llevaran a Europa. E incluso antes de que el ring del teléfono anunciara el ofrecimiento de Nacional, el mismo día, increíblemente.

Juan Lacaze. Aunque lo haya alcanzado el éxito, su corazón siempre se mantuvo en Juan Lacaze, y su cuerpo cuando puede se le escapa. Nunca se le subieron los humos. Ni siquiera al principio, cuando el cambio de realidades puede ser fuerte y traer consecuencias. Tanto así, que ahorró sus primeros viáticos y compró un microondas para su madre.

¡Qué en la Copa América nos depare también tan gratas sorpresas!

 


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